No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Como siempre.

Los rayos de luz juegan al escondite con la oscuridad y se cuelan entre la persiana, ya es de día, ha amanecido. Entre quejidos y retuerzos te encuentro entre las sábanas. Te miro, me miras, te sonrío, me devuelves la sonrisa. Esas sonrisas tontas, que te alegran el día, aunque duren sólamente un segundo, diariamente, cada mañana, al despertar. Como tórtolos idiotas me susurras un te quiero, ese te quiero que me produce escalofríos, como cada mañana, de lunes a domingo. Me levanto, y me dirijo a la cocina, y mientras estás en la ducha, te pregunto con una sonrisa dibujada en los labios...¿Prefieres galletas o tostadas? y como cada mañana, me respondes, Te prefiero a tí. Sonrío, como una estúpida, una vez más. Unto mantequilla en las tostadas, y hago la mesa mientras espero a que llegues con el pelo desordenado y mojado de la ducha. Apareces, te sientas, y me miras, como siempre, a los ojos. Me dices, gracias, y te pregunto ¿gracias por qué? y como siempre, una vez más, me respondes: por existir. Te doy un beso a la mejilla, desayunamos tranquilamente y me ayudas a recoger la mesa. Me meto en la habitación.
-¿Camisa blanca o camisa negra?
-Blanca, -respondes- resalta el color de tus mejillas.
Y haces que me sonroje, como cada mañana. Te miro y me devuelves esa mirada, de cómplice, de amigo, de conocedor de todas y cada una de mis peculiaridades. Nos damos un último beso, y finalmente salgo por la puerta de casa.
Vuelvo a casa, atravieso la puerta, y ahí estás. Vienes, me recibes con tu cálida sonrisa y el resplandor de tus ojos.

Y abro los ojos. La luz del día entra a través de las persianas, haciendo que no distinga nada, sólo colores borrosos. Me giro, no hay nadie. Es un sueño, un día más... y vuelvo a cerrar los ojos, e intento volver a dormir.

Soy más feliz que en mis sueños, que en la realidad...

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