No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

jueves, 18 de abril de 2013

14 de Abril


Un 14 de Abril de 1931 miles de ciudadanos y ciudadanas salieron de sus hogares para celebrar la proclamación de la Segunda República Española, y la vuelta a la plena democracia. 

82 años después, miles de ciudadanos y ciudadanas esperamos anhelantes a la vuelta de la República. De un régimen en el que nos sintamos representados y por el que nos sintamos respaldados. De unas leyes que protejan nuestros intereses colectivos y de una justicia que no deje impunes a los verdaderos malhechores. 

Lo plasmó Josep Renau en sus carteles: 
" 11 de Febrero 1873: Un anhelo.
14 de Abril 1931: Una esperanza.
16 de Febrero 1936. Una victoria" 


Ahora, más que nunca, sedientos de democracia pedimos la vuelta de la República a España. Porque nos negamos a olvidar a nuestros mártires, porque esta monarquía NO nos representa. 

Hoy 14 de Abril nos unimos todos en un grito de esperanza, nos vestimos de morado y proclamamos todos al unísono: "¡Viva la República!"


Constitución de 1931.


Artículo Preliminar:
España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia. 
Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo.
La bandera de la República española es roja, amarilla y morada. 

Artículo 2. Todos los españoles son iguales ante la ley. 

Artículo 3. El Estado español no tiene religión oficial.

Artículo 34. Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión, sin sujetarse a la previa censura.

Artículo 44. Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución y a las leyes. 

Artículo 48. La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria. [...] La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Anaëlle VI (Desde su punto de vista)

Siempre me la imaginé del mismo modo. Anaëlle era risueña, le gustaba imaginar que las luciérnagas eran pequeñas hadas que venían a cuidar de ella. Cuando se sentía triste se metía a la cama y contaba sus problemas a la almohada, su mejor confindente. Acompañarse de su risa mientras veía a su madre decir bromas. Leía historias de amor por las noches y se aferraba a sus peluches cuando lo hacía, sonriendo para sí misma. Soñaba, tanto de noche como de día. Aceptaba sus errores mientras susurraba dulcemente "lo siento" Daba vueltas para ver como su vestido giraba con ella, sintiendo como bailaba el viento entre sus piernas. Se dormía pronto y acompañada de sus esperanzas de algún día hallar su Humphrey Bogart , que la despertaría con un suave, largo y cálido beso. Se duchaba cantando la vie en rose usando los y usaba los peines como micrófonos. Siempre tenía una sonrisa dibujada en el rostro, y era preciosa.
Ésa mañana se había levantado con ganas de comerse el mundo, se vistió deprisa y salió de casa, tarareando una nana y con toda su ilusión en el alma.
Ésa cálida tarde de verano había salido con ganas de comerse el mundo. Mientras andaba al compás de una canción de Ruth Etting y cantaba, sin importarle el que la gente la mirase y sonriese al verla.
Ésa fué la primera vez. Tan inocente, tan especial. Los mechones de su pelo bailaban con el contacto del viento, y su vestido se giraba acorde a sus movimientos. Recuerdo cuando hablé con ella por primera vez, no fué una conversación importante, acababa de tropezarse con una piedra y corrí a socorrerla. Ella se rió de sí misma, y me dedicó una sonrisa, de su boca emanaba la más tierna y suave voz, acariciaba las palabras al pronunciarlas. La devolví la sonrisa para notar como sentía el calor en mis mejillas. Me las cubrí para que no se notase tanto que me había sonrojado. Ella se levantó y como un pájaro enjaulado encontrando la libertad, partió, con su melódica forma de andar y sus acompasados pasos.
-¿Por cierto, cómo te llamas?
- Anaëlle- Contestó con una sonrisa.

Entonces me dí cuenta de que ella iba a ser para mí.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Como siempre.

Los rayos de luz juegan al escondite con la oscuridad y se cuelan entre la persiana, ya es de día, ha amanecido. Entre quejidos y retuerzos te encuentro entre las sábanas. Te miro, me miras, te sonrío, me devuelves la sonrisa. Esas sonrisas tontas, que te alegran el día, aunque duren sólamente un segundo, diariamente, cada mañana, al despertar. Como tórtolos idiotas me susurras un te quiero, ese te quiero que me produce escalofríos, como cada mañana, de lunes a domingo. Me levanto, y me dirijo a la cocina, y mientras estás en la ducha, te pregunto con una sonrisa dibujada en los labios...¿Prefieres galletas o tostadas? y como cada mañana, me respondes, Te prefiero a tí. Sonrío, como una estúpida, una vez más. Unto mantequilla en las tostadas, y hago la mesa mientras espero a que llegues con el pelo desordenado y mojado de la ducha. Apareces, te sientas, y me miras, como siempre, a los ojos. Me dices, gracias, y te pregunto ¿gracias por qué? y como siempre, una vez más, me respondes: por existir. Te doy un beso a la mejilla, desayunamos tranquilamente y me ayudas a recoger la mesa. Me meto en la habitación.
-¿Camisa blanca o camisa negra?
-Blanca, -respondes- resalta el color de tus mejillas.
Y haces que me sonroje, como cada mañana. Te miro y me devuelves esa mirada, de cómplice, de amigo, de conocedor de todas y cada una de mis peculiaridades. Nos damos un último beso, y finalmente salgo por la puerta de casa.
Vuelvo a casa, atravieso la puerta, y ahí estás. Vienes, me recibes con tu cálida sonrisa y el resplandor de tus ojos.

Y abro los ojos. La luz del día entra a través de las persianas, haciendo que no distinga nada, sólo colores borrosos. Me giro, no hay nadie. Es un sueño, un día más... y vuelvo a cerrar los ojos, e intento volver a dormir.

Soy más feliz que en mis sueños, que en la realidad...

jueves, 11 de noviembre de 2010

No digas para siempre.

Querido Todo,
No se si llegarás a leer ésto, tampoco me hace falta saberlo. Lo que siempre me ha gustado de escribir, es que escribiendo, parece que tienes más confianza en tí misma, y estás completamente seria, aunque estés más nerviosa que un flan.
Ahora, tras un par de semanas puedo decirte que estoy algo más recompuesta, pero no lo estoy del todo, ¿sabes?
Me surgen todo tipo de dudas ¿He dejado de magnetizarte? ¿O es que ya no soy tan preciosa como Bizarre Love Triangle?
Tras tanto tiempo juntos, no sé que decir mas que tu has sido lo mejor que me ha ocurrido, y que sabemos que todo lo bueno se acaba, como cuando se caen las hojas de los cerezos; o cuando quieres comer algo que te gusta mucho y lo haces con suma delicadeza y lentitud, sólo para que dure más.
Seré pequeña, pero mis sentimientos no lo son. No digas para siempre, porque no será así.
Sólamente quiero que seas feliz, y si es así como lo estarás, entonces adelante. Has sido como un halo de luz al final de un túnel oscuro. Eres un vaivén, pero espero que estos sentimientos no lo sean.
Y en éste punto sólo puedo decir que ojalá pudiésemos haber arreglado nuestros problemas antes, porque sinceramente no sabía que existían, quizás entonces todo hubiese sido diferente.
Llegará un punto en el que pensaré en esto y será un recuerdo del que pueda hablar sin que se me empañen los ojos, y te recordaré con una sonrisa en los labios. Que soy porcelana, pero llegaré a un punto en el que no me romperé así. Supongo que de éstas situaciones se aprenden cosas, y se hace una más fuerte, tal y como lo dice todo el mundo que trata de lavarme la cabeza con otras ideas, superponiendo otras, pero en realidad, no es así, cada día me siento más débil, y me tiemblan más las piernas.
Lo que sí sé es que me doy cuenta de que amigos no tengo más que un par, y que éllos se lo merecen todo, como tú. Tampoco diré que te he perdido, porque nunca has sido mío, una persona no es de nadie, y ahora me doy cuenta de ello.Siempre te consideraré como mi mejor amigo, porque lo has sido y eres.
Estando delante tuyo no hubiese sido capaz de decir todo ésto.
Siempre nos quedará desayuno con diamantes.
El masoquismo es lo mío, y tu y yo lo sabemos.
Es inapropiado acabar con las dos palabras con las que lo iba a hacer.
Sonia.

jueves, 21 de octubre de 2010

Sharad.

Y llegó el otoño, y con él, los árboles y sus hojas se incendiaron en intensos colores. Cálidos rojos, naranjas y amarillos habían creado el paisaje, antes de ser sustituídos por esqueletos frágiles de ramas y troncos desnudos.
Y con el otoño llego la amargura y la tristeza, las palabras se volvieron incoherentes, y sus expresiones una rara lengua desconocida.
Con ello llego la tristeza, y el no saber que hacer. Llegaron los significados de nombres en Sanscrito. Brisas entre las cuales vuelan un montón de cenizas buscando una nueva vida.
Llego Sharad, Otoño, con ello llegaste, abuelo, y con ello quieres irte.
Volvió ésa estación y con ella, el sonido de las hojas crujiendo bajo mis pies, la sensación magnética de corrientes de frío mezcladas con ráfagas cálidas. La brisa que hace que se me enrede el pelo y se me meta entre los labios.
Porque ya no son lágrimas de tristeza, me has hecho fuerte.
A tí que siempre supiste alegrarme y hacerme saber que gracias a mí te encontrabas mejor. A tí Nana. Tu y yo sabemos que eres inmortal, y que ésto no es un "adiós", si no un "hasta luego", porque aún te debo ésos tres millones de besos que te prometí.
Nos volveremos a ver, abuelo.
Te quiere, tu pequeña luchadora de sumo.


Sé que llevo un tiempo sin actualizar ésto, vuelvo a ello. Gracias por esperarme. :)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Anímame quirúrgicamente.

Ésa mañana volvió a adentrarse en ése edificio oscuro y frío, iluminado por miles de focos de blanco pálido que parecían cegar. Sobre las baldosas grises resonaban el tapeteo de los tacones.

-Buenos días, señorita Marlen - saludó amablemente la recepcionista de la consulta. Lili siempre se preguntó cómo conseguía siempre tener ésa sonrisa pintada, todos pasaban malos días, y con ella parecían no existir. Tampoco entendía cómo siendo una persona tan feliz, y radiante, tan joven, estuviese trabajando en un lugar así. - ¿Qué será hoy?

- Quiero operarme, de nuevo - contestó con un susurro
Asintió con una sonrisa, dándola a entender que ya estaba esperándola el médico en la sala.

Siempre se sentía reconfortada al sentarse en la gran butaca de terciopelo crema de la consulta, para encontrarse a su doctor que siempre la escuchaba atentamente, en realidad, para él era una tortura tener que oir a la bella mujer hablar de sus malos momentos y verla coger a escondidas la pequeña servilleta de algodón que guardaba en su bolsillo izquierdo para secarse las pequeñas lágrimas rebeldes que se atrevían a escapar.

- Me alegra verla por aquí, aunque puede que a usted no mucho. ¿Qué será en esta ocasión? - Odiaba verla convertirse en un fantasma en blanco y negro, porque ella era el color más bello que la vida jamás hizo.

-Me gustaría un implante de frialdad y una reducción de esperanzas, pues últimamente los últimos implantes de simpatía y alegría me están dando problemas. No llevo unos buenos días, sabe, creo que hay efectos secundarios.


lunes, 16 de agosto de 2010

I love my India


- Perdona, llevaba un tiempo queriéndote preguntar algo, el otro día te ví en la estación, cuando vino el tren, me dí la vuelta y ya te habías ido. No entendí nada, ¿Esperabas a alguien?
-Viste a la chica en la estación, pero no viste su sari de novia rojo, ni el henna en sus manos o el mandoor en su frente. Esperaba a mi marido.
Lo que él no sabía es que Laleeta llevaba yendo a la estación durante siete años esperando cada día a que al abrirse aquéllas oxidadas puertas, saliese su marido, con una enorme sonrisa dibujada en los labios para poder lanzarse a sus brazos. Durante siete años había sido testigo de las llegadas de dos mil quinientos cincuenta y cinco paradas, en su vestido de boda, tal y como se encontraba en su partida. Hace siete años,
Suresh había ido a la guerra, y había desaparecido.
Aún no pensaba quitarse el mandoor rojo de la frente indicando su estado matrimonial, no hasta que encontrasen su cuerpo, vivo o fallecido.
-Vaya, lo siento, perdoneme.
- No se preocupe, me encantan las nuevas amistades.