No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

miércoles, 21 de abril de 2010

¿Otro día rojo?

-¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
-¿Color rojo? Querrá decir negro.
-No, se puede tener un dia negro porque una engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué. ¿Le ha ocurrido a usted alguna vez?
- Sí.
- Pero cuando me pasa lo único que me va bien es coger un taxi e irme a Tiffany´s. Me calma en seguida la tranquilidad y el aspecto lujoso que tiene. Nada malo podría ocurrirme allí. Si pudiera hallar algún sitio en el que me encontrara con ese sosiego que se respira en Tiffany's...

jueves, 15 de abril de 2010

Anaëlle I


Se llamaba Anaëlle y había aprendido a sonreír a pesar de que estuviese hecha una mierda. Llevaba trabajando en aquél lujoso burdel desde los 16 y no conocía nada más. Al principio sólo lo hacía para ayudar a sus padres de sus problemas económicos pero una vez dentro no pudo salir. Aprendió muchas cosas a lo largo de su vida, aprendió a fingir sonrisas y cosas que no eran sonrisas, aprendió también a combinar colores, ocultando las imperfecciones de su piel. Siempre pensó que las mujeres que eran felices no se ponían maquillaje, porque solo las mujeres infelices lloraban haciendo que la mascara se les corriese y al verlo todo negro, simplemente no veían la realidad. Se consolaba escuchando vinilos de Ruth Etting y pensando en aquél desconocido que una vez no la había usado como una simple prostituta, si no como una persona. La había tratado con amor, todo lo que ella deseaba. No pedía mucho, sólamente con aquél hombre que se despertase junto a ella y la tratase como a una persona, no un objeto.

miércoles, 14 de abril de 2010

Quince años tiene mi amor.

12 de Abril.
Quince años. Cinco mil cuatrocientos setenta y cinco días. Ciento treinta y cinco mil cuatrocientas horas y cuatrocientos setenta y tres millones cuatrocientos mil segundos. Me siguen gustando los gatos, y también las mariposas. En mis ratos libres me sigo vistiendo de hada y viendo Anastasia los sábados al mediodía. Sigo comiéndome los tomates enteros, pero ahora no aborrezco los pimientos. Ya no tiro la comida que no quería debajo de la mesa. Ahora ya no soy aquélla pequeñaja de un metro veinte con el pelo por encima de los hombros y dos coletinas. Me sigue pareciendo un día normal, no me siento más mayor ni más madura. Sigo teniendo mis mismos temores, aún me dan miedo los payasos. Ya no quiero ser un gato de mayor, ni tampoco un astronauta, pero me siento aún como una niña, me emociono cuando veo que voy a ganar a un juego, y adoro dar mimos a mamá. Echo de menos el hecho de que los problemas se arreglasen con un beso en la mejilla acompañado de "No te preocupes más" o que mi mayor problema fuese que no encontrase la pintura marrón en mi estuche. No quiero crecer más
¡Ahora me enfado, no respiro y me convierto en pera!

domingo, 11 de abril de 2010

Te juro que el sábado menos esperado cumplo con mi palabra, te rapto y nos haremos cargo de que los domingos no acaben nunca.

miércoles, 7 de abril de 2010

Bendita comodidad.




Podría decir que estoy bien, que todo es maravilloso. Que no tengo nada con qué gastar pañuelos y horas pensando. Que el café está en su punto. Podría decir que simplemente estoy disfrutando de cada minuto, de cada segundo. Podría también decir que soy fuerte, y que las cosas no me afectan. Podría decir que lo tengo ya asumido. Que puedo vivir sin oir cómo me llamas por mi apodo y sonreírme ofreciéndome la Coca-cola de las cuatro. Podría decir que sonrío porque sí. Que puedo olvidar cómo me has apoyado toda mi vida, como me has enseñado a seguir hacia delante por mi misma. Podría decir que no me pasa nada, que es sólo temporal. Que no veo tus fotos cincuenta veces al día esperando a que sigas adelante. Podría decir que es lo mejor para tí. Que en realidad no sé que fuiste la persona que estuvo allí cuando nací. Que odiaba cuando me sacabas defectos en todo, que me echases la culpa de que se te bloquease el ordenador. Podría decir que me da igual que pueda que no te vuelva a ver. Que no te agradezco que cuando te llamaba preguntándote qué tal, me respondieses con un "Gracias a tí ya me encuentro mucho mejor" Que no me gustaba recorrer las calles de Bombay hablando de mil y un temas.
Podría decir que mientras escribo esto me mantengo en mis treces y no estoy llorando como un niño al que le quitan un dulce.


Podría, pero no.