No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

jueves, 21 de octubre de 2010

Sharad.

Y llegó el otoño, y con él, los árboles y sus hojas se incendiaron en intensos colores. Cálidos rojos, naranjas y amarillos habían creado el paisaje, antes de ser sustituídos por esqueletos frágiles de ramas y troncos desnudos.
Y con el otoño llego la amargura y la tristeza, las palabras se volvieron incoherentes, y sus expresiones una rara lengua desconocida.
Con ello llego la tristeza, y el no saber que hacer. Llegaron los significados de nombres en Sanscrito. Brisas entre las cuales vuelan un montón de cenizas buscando una nueva vida.
Llego Sharad, Otoño, con ello llegaste, abuelo, y con ello quieres irte.
Volvió ésa estación y con ella, el sonido de las hojas crujiendo bajo mis pies, la sensación magnética de corrientes de frío mezcladas con ráfagas cálidas. La brisa que hace que se me enrede el pelo y se me meta entre los labios.
Porque ya no son lágrimas de tristeza, me has hecho fuerte.
A tí que siempre supiste alegrarme y hacerme saber que gracias a mí te encontrabas mejor. A tí Nana. Tu y yo sabemos que eres inmortal, y que ésto no es un "adiós", si no un "hasta luego", porque aún te debo ésos tres millones de besos que te prometí.
Nos volveremos a ver, abuelo.
Te quiere, tu pequeña luchadora de sumo.


Sé que llevo un tiempo sin actualizar ésto, vuelvo a ello. Gracias por esperarme. :)

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