No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

miércoles, 14 de abril de 2010

Quince años tiene mi amor.

12 de Abril.
Quince años. Cinco mil cuatrocientos setenta y cinco días. Ciento treinta y cinco mil cuatrocientas horas y cuatrocientos setenta y tres millones cuatrocientos mil segundos. Me siguen gustando los gatos, y también las mariposas. En mis ratos libres me sigo vistiendo de hada y viendo Anastasia los sábados al mediodía. Sigo comiéndome los tomates enteros, pero ahora no aborrezco los pimientos. Ya no tiro la comida que no quería debajo de la mesa. Ahora ya no soy aquélla pequeñaja de un metro veinte con el pelo por encima de los hombros y dos coletinas. Me sigue pareciendo un día normal, no me siento más mayor ni más madura. Sigo teniendo mis mismos temores, aún me dan miedo los payasos. Ya no quiero ser un gato de mayor, ni tampoco un astronauta, pero me siento aún como una niña, me emociono cuando veo que voy a ganar a un juego, y adoro dar mimos a mamá. Echo de menos el hecho de que los problemas se arreglasen con un beso en la mejilla acompañado de "No te preocupes más" o que mi mayor problema fuese que no encontrase la pintura marrón en mi estuche. No quiero crecer más
¡Ahora me enfado, no respiro y me convierto en pera!

No hay comentarios:

Publicar un comentario