No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

martes, 22 de junio de 2010

Sinsabores

Y llegó el Otoño, con ella la sensación de frío que tanto añoramos durante el estío. La tranquilidad nos rodeaba, no vimos porqué no seguir hacia adelante. Seguimos andando por aquél desgastado camino por el que habíamos paseado tantas otras veces, entre risas y parloteos. Ahora ya no hablábamos, sólo oíamos el viento silbar. Eché en falta la suave música de fondo de violines y arcordeones. Yo esperaba a que hicieses alguna alusión a pasados recuerdos, alegrías y memorias. Tu esperabas a que yo rogase tu perdón. Ninguna de ambas ocurriría y lo sabíamos, pero era mejor improvisar y seguir. Supongo que el "para siempre" era temporal. Llegamos al punto al que jamás nos atrevimos a llegar, y allí soltamos todas las cartas compartido hasta entonces, con ellas recuerdos y fotografías. Ahora son libres, palomas que emigran a un paraíso diferente. Lejos de rencores y sin sabores. Lejos de dolores de cabeza e insomnio.
No me tomes a mal, no me arrepiento de ningún momento a tu lado. Nunca pensé que acabaría tan pronto y de ésta manera. Ha sido una decisión mutua, supongo. Somos felices, y es lo que cuenta. Gracias por haber estado ahí todo este tiempo.


- ¿Amigas?
- Hasta que la muerte nos separe...

*Aviso: Entrada escrita hace un tiempo. He sentido la necesidad de tener que publicarla ahora.

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