No escribo porque quiera justificarme ni por llamar atenciones, tampoco por buscar un desahogo, sino porque mis dedos son tres pulpos y los golpeo violentamente contra el folio salado de mares huérfanos de acantilados azules para que pierdan de una vez el conocimiento.

domingo, 30 de mayo de 2010

Hace tiempo que no escribo. Puede que no tenga nada que decir, o quizás demasiadas y no sé como hacerlo. Quizás los domingos acaban conmigo y me impacientan. Como cuando quiero acabarme un caramelo sin morderlo.
No tengo ni idea de lo que estoy escribiendo, como de costumbre.

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